Estoy en el río,
cae el sol sobre las piedras,
no hay nada que perder,
la soledad no inunda.
Estoy bien.
Y pienso
en lo que viene,
y comprendo:
todos tienen sus problemas,
sus dolores,
sus cosas de la vida.
Pero cuando el río cae sobre las piedras
no importa
-entiendo que siempre es poco tiempo
que hay que sonreír a pesar del agua
que los moretones son de azúcar
que la dulzura está en los ojos-.
Y justo cuando miro, te encuentro.
Me voy, hoy,
después de tanto,
estoy bien.
*
Gracias por escribir lo que otros, en este caso yo, no pueden.Si hay algo que amo de mi ciudad es el río, aunque no sea el mismo río del que vos hablas, ni el que escribe Juan L. Ortiz, pero agradezco siempre a aquellos que sintiéndose así, BIEN, con el río como compañero pueden escribir sobre eso.
ResponderEliminarEspero que esa imposibilidad se deje fluir como el río. Gracias a vos por leerme, hace tanto bien!
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