A mis abuelos.
Un sol antiguo en la mirada:
es tan grata la alegría con que reciben nuestros caminos.
Lo sentimos,
nunca seremos cómo ustedes,
antiguos padres de antiguos soles.
-en esos momentos, dios nos quedaba chico
y ustedes ocupaban el mayor pedestal-
No es un viaje, no es una oración
-no es milanesas con puré, ni el patio en el que
desvergonzados
jugábamos a ser niños huérfanos del mundo-
y tampoco es la sangre o el cariño:
es su bendita vocación de abuelos
los que los convierte en gigantescos seres
de gigantescas alas
que cuidan, sin ningún ademán innecesario,
un antiguo sol que, a su vez, nos protege.
*Emi
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