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Las cosas se rompen

* Las cosas se rompen, admitámoslo. Cada vez que planeamos algo, una suerte de brisa cósmica conspira en nuestra contra y todo empieza a sal...

miércoles, 21 de diciembre de 2016

No apures el río

*

A Jose



























No apures el río que te sacude por dentro.
Dejá que te recorra las venas, los poros, las ideas.

No corras detrás de las luces,
no las busques,
no las espantes.

Dejá que se acerquen, confiadas,
a las manos que les dan refugio.

Volvé atrás y repensá:
todavía hay estanques,
todavía la gente abraza.

Mirá la arena caliente entre los dedos de tus pies:
su angustia de cambio
no le impide quemarte.

Hay ciertas, algunas, cosas que te conviene no decir.

Y hay mares, acuarelas y Orlando.

                                                                   Memoria.

No apures el río que te sacude por dentro.
Te va a derribar de todas formas.
































*Emi.

jueves, 12 de mayo de 2016

Infinitivos

*





























Imposible desmembrar la forma
y atarla a la reincidencia del poema.

Imposible crear palabras libres
sin la dura insistencia del deseo.


                                           Aquí la pausa.


Verter anacronismos en las ollas,
hacerlos arena, cal, tierra, arroz.

Cubrir con suave seda los paradigmas
y ensuciarlos luego con música indie,
con alcohol espaciado,
con madres y padres y perros.

Morir en el final,
como siempre.

(Silencio)





Renacer luego de haber cruzado el límite
infinitas veces.

Lamerse las heridas producidas en la guerra
de tener que decidir los números
y las ideas.

Llorar por dentro, como si no costara,
cada vez que el amor se aparece inefable, astuto,
ocupando descuidadamente los versos.

Aborrecer la historia del material,
quemar el sedimento,
puro estiércol,
pura caca.

No olvidar, y por eso sufrir,
la existencia condicionada
y por eso,
vestirla de blanco,
con lentes de sol,
con aros en el pene,
con ganas de besar
o de besarte.

Caer en la cuenta del verbo.
Masticar las interjecciones, las interpolaciones,
las longitudes y las dis-cur-si-vi-da-des.

Pensar nuevamente el hastío
del domingo y de la humedad del baño.

Creer en la inocencia del lenguaje,
en la búsqueda obsesiva infructuosa,
en las bandas de música ficticia,
si es que existen.

Dejar que la luz nos recorra,
nos penetre,
nos queme y hunda la piel;

que los dientes y colmillos nos desgarren los prejuicios;
que podamos correr como niños que son niños,
como pájaros que son pájaros
o
como negros que son blancos
y aguas que son sales, museos o mingitorios.

Ser ordinarios porque el mundo lo merece.

Jugar a hacer cultura
y tenerle miedo al sistema.

Triunfar en el más grande de los cataclismos:












la ausencia.






















































































































*Emi