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Las cosas se rompen

* Las cosas se rompen, admitámoslo. Cada vez que planeamos algo, una suerte de brisa cósmica conspira en nuestra contra y todo empieza a sal...

viernes, 12 de diciembre de 2014

La complicidad del mundo

*
A Marcos































La complicidad del mundo
insiste en juntarnos:
acabar en tu miedo,
derrotar cada distancia
con un beso lejano.

La complicidad del mundo
me sorprende: busca
en tus manos
el nombre del cielo

y vos, le das
un talismán azul,
un reloj de otra era,
un chiste sobre el amor
     -y tu cuerpo-.

Sabés ocupar mi tiempo en este mundo
con tus ojos.

























































*                                  

sábado, 20 de septiembre de 2014

Holoceno

*

























En el lago se refleja la Luna. Si bien el sol ya desapareció, el cielo todavía no se tiñó se azul oscuro. No hay nubes pero sí el sonido de grillos y los pájaros y el viento entre los árboles que anuncian la despedida. En la orilla del lago hay un niño sentado, con las rodillas contra el pecho y la cabeza apoyada en las piernas. Tiene un poco de frío porque no pensó que se iba a quedar pensando solo en la orilla del lago a esa hora. Había salido a jugar con sus amigos y de pronto, así como si nada, se fue a caminar sin nadie que lo acompañe. No le importó al principio.

Mira la luna sobre el lago. Intenta percibir el ritmo con que las ondas la mueven. De repente una brisa le eriza la piel y ya está debajo del agua, desnudo. Estar solo en la inmensidad es como estar en la nada. Pero no tiene frío y puede respirar normalmente. Tiene los brazos y las piernas extendidas, como si no tuviera miedo ni vergüenza. Los ojos bien abiertos, hacia la oscuridad.

El niño está enamorado de una compañera de su colegio, más bien, de una amiga. Con ella es feliz. La acompaña todos los días hasta su casa y los fines de semana salen a andar en bici por los cerros y cuando llegan al más alto se sientan en una piedra al lado de un árbol gigante y, mirando el paisaje lleno de casitas escondidas y el lago como espejo del cielo, comen las galletitas y toman el jugo que sus madres les prepararon. Y se ríen mucho.

Pero una vez ella se cayó y se lastimó la pierna y él no sabía qué hacer y apareció un señor que la conocía y se la llevó al hospital y resulta que no solo tenía la pierna fracturada sino también traumatismo de cráneo y todavía no salió del coma y hoy le dijeron que se la llevan a Córdoba para hacerle unos estudios y no sabe cuándo vuelve. Si se hubiera muerto por los menos sabría en serio que no va a volver.

Entonces, debajo del agua, cierra los ojos y los vuelve a abrir. Ahí, a unos dos metros frente a él, está ella con su bici que lo viene a buscar. Le dice “Ya estoy bien, ¿Vamos a andar en bici?” y él sonríe y le da la mano y se van juntos por el mundo. Después el niño se levanta de la orilla, camina, con una lágrima en el ojo que tiene adentro la luna, se sube al auto y llega a su casa. En la cama, con su mujer en los brazos y sus dos hijos durmiendo en la habitación contigua, recuerda que esa noche de hace tantos años no hubo Luna  y en su casa lo retaron por llegar tan tarde y tener toda la ropa mojada.







6/9/14



















































*

lunes, 16 de junio de 2014

En este cuerpo


























En este cuerpo
que no es mío pero que no es mío

me desentiendo, entre las alas,
de un murmullo que agobiaba a mi luz.
Ahí está la tristeza
cuando me tocás y me dejás prendido fuego.

Acá, con las alas quemadas,
con esa tristeza
que es mía pero que sí es mía

y con la luz hecha polvo.

(Octubre de 2012)





























*Emi-kuld

martes, 10 de junio de 2014

Aviones a chorro

A Pili


















Pareciera ser el tiempo una especie de caleidoscopio
unas veces el universo es una clepsidra geométrica y simétrica,
otras veces un bosque de líneas que se cortan,
otras tan solo la oscuridad del que espera,
otras tan solo un inmenso lago donde refugiarse.

Algunas veces el universo nos sorprende con aviones a chorro
-Nadie espera aviones de chorro, solo aparecen-.

Pareciera ser que los amigos nos resucitan, así, terrenalmente,
con sus errores, con sus abrazos,
con sus alfajores sacados de un sombrero de mago,
con la música.

Pareciera ser que lo único que queda es agradecer lo que uno tiene
y esperar:
si hay algo mejor que esto,
ya vendrá.

Mientras tanto derrochar tanto amor como se pueda,
abrazar cuanto se necesite,
comprender lo necesario,
ahogarse de tanta alegría,
y decir, con sentido del humor y un poco de ironía,
lo que es necesario decir.

Es necesario decir cuánto amamos, de qué forma,
si el amor nos pesa, si el amor nos aburre.

Y agradecer lo hecho y lo desecho. Siempre.



































*Emi

miércoles, 4 de junio de 2014

1492941



























un tibio golpe
un tibio golpe
que desarma
lo inarticulado:
la palabra encogida al máximo:
tu voz que he perdido y nunca recuperado.

tres árboles que dan un tibio golpe a la vida:
caen lentamente pero detienen en sí mismos la alegría
de
tenerte cerca.

un bosque resplandece por los caminos que han tomado sus árboles:
por los caminos que han tomado sus árboles
que respiran cual anciano
que da
un tibio golpe
a la médula
de lo que nunca te animaste a decir.

sos miel de siempre y todos los días son todos los días del mundo.
todos los cielos que se impregnan en la memoria
y la dulzura y los dioses
y aquellas personas que te daban una mano para empujarte y no importaba el desgarro.

¡Ah!
te juro que extraño esos tiempo de tibios golpes.



































*Emi

domingo, 18 de mayo de 2014

Morir solo

*



















Sube por el aire como escalera de viento
y caen gotas de agua fría por su espalda transpirada:
casi como un amanecer a quien le duele, a quien lo necesita
como un bosque enfermo y quebradizo:
así me encuentro a tus recuerdos de vez en cuando.

Pero sigo caminando porque te quiero,
cuando a la mañana el sol me levanta,
cuando a la noche el café con leche me avisa
que los astros hoy tampoco están de acuerdo:
yo te espero, no tengo drama.

En serio, los pájaros del mar nos despiden
en vuelo arrinconado, sucio de giros y de caídas azules:
un abrazo, un simple gesto de piel,
a veces alcanza para desmantelarme entero:
hoy soy cruce de líneas, un punto certero y distante.

Un punto certero y distante.
Ahí te espero.








































*Emi

jueves, 15 de mayo de 2014

Estar solo

*















a modo de inicio crepuscular
a modo de epopeya marítima
en tus vueltas hacia atrás
en tu mirada de preojo
sube un pensamiento
así de poco
así de nada.

¿Que es amar?

Sube en tu piel la certeza
de que lo indescifrable es
al mismo tiempo lo binario
lo secular
el hambre
y la plata
así de todo
así de fácil.

Amar era ser el mayor desafío
y andar de las manos sin contacto.
Me acuerdo muy poco ya de eso:
lo recuerdo como en un frasco
perdón, a modo de frasco.

Recuerdo mariposas que salen de un piano
y recuerdo haberme olvidado de muchas cosas:
la música
el azúcar
los dioses
y aquel gigantesco árbol de espejos
que andaba en una ciudad que se derrumbaba.

Me siento a unos cuantos pasos arriba.
No se siente mal, vivo bien
sonrío cuatro veces por día
mínimo.








































*Emi

martes, 18 de febrero de 2014

little mirror of this time*


































(Miles Davis)


What do you know about the wind?
En el cielo
una mariposa nos detiene en su hálito.
Sobre la lluvia,
detenida en el tiempo,
cada mariposa es un cerrajero
y guardia de la estela del agua y el cielo.
Un solo poder nos detiene
-era el amor el que nos detenía-,
un solo arder en el viento
donde nadie sabe lo que busca,
donde cada palabra es un secreto,
una mariposa de viento.

Ahí pudiste sentir los corazones
la sangre sobre tu cuerpo
cálido hálito de viento.
Una sola jugada hubiera bastado
para corromperte por los siglos
de los siglos
y abastecerte en tu canto de lágrima nocturna,
de hierro herrumbrado, de viento cambiado.
Solo las lumbres de los que dijeron adiós
pueden hoy satisfacer tu cuenco de cuentas
-tus pensamientos forasteros-
y darte la buena nueva: es el siglo XXI el que nos ata
a ésta mansa incertidumbre, a ésta incapacidad fatídica y derrumbante.

Fuiste viento
que arrastró mariposas al río,
fuiste paz vacía y libertad soberbia,
fuiste Martín y pez. Punto y ramas.
Fuiste dos, tres, cuatro millones de líneas.
Fuiste el más asombroso y despiadado amor.
Fuiste la música que te carcomía los sesos, los deseos, las reprobaciones:

fuiste luz y nada más que luz
en esta caverna vencida por el paso aletargado del tiempo.

Estuviste en la ciudad derrumbada
y cuando solo la piel era testigo de lo que te faltaba
aullaste patéticamente sobre los campos, sobre las tumbas
sobre los que un día te quisieron y, lejos de no estar,
solo ocupan tu memoria
-solo ocupan tu memoria-.

Fuiste cajas apiladas
en el rincón más oscuro del mundo:
allí encontré una mirada, entre las aberturas de cartón:
eran ratas: eran inmensas mariposas.

Las mariposas eran tantas,
hechas de piano, de corchea, de rutilante desprecio
-lo descubriste tarde: eran hijas del más profundo e inasible color-.
Las mariposas eran tantas
que de solo impregnarlas de pensamiento
te convertías lentamente en un océano abisal y sideral
lleno de tetraedros,
de líneas que nos cortan, a vos y a mí;
de miríadas de circunferencias:
eras un océano de cielo, un espejo tan grande como el infinito.

Entonces crecías lejos y distante del montón.
Allí donde los árboles duermen y las montañas toman el té de las cinco.
Allí donde
al Este y al Oeste llueve y lloverá,
una flor y otra flor celeste
del jacarandá[1].















































*Emi

[1]M.E. Walsh

martes, 11 de febrero de 2014

Capítulo VI: Geometría (extracto)

*




































Ahora pienso yo. Pongamos la mente en blanco, que se olvide todo y nosotros seamos el olvido con lo olvidado, que nada nos recuerde nada.
Está oscuro, y frío. Pero frío quieto, frío de aire acondicionado que enfría de lejos. La fuente del frío es imperceptible, no hay viento, solo calma y silencio. Estamos flotando. No levitando, ni haciendo un leve balanceo, solo quietos, cómodos, parados en el aire invisible. Miramos a lo que creemos es el frente. Podemos intentar mover un brazo, subirlo, tocarnos la cara: es la misma de siempre. Movemos los dedos de los pies, sentimos la piel de gallina que estremece toda nuestra médula. Abrimos y cerramos los ojos. Olemos el olor de nuestro cuerpo. El mismo, al igual que el sabor de la saliva. Intentamos hablar, pero el sonido se apaga secamente, como si no hubiera superficie donde pueda rebotar y volver a nuestros oídos. Escuchamos nuestros latidos, la sangre corriendo y palpitando. Y un leve zumbido que proviene –nada más y nada menos- que de nuestra intensa actividad neuronal. No entendemos, pero estamos bien. Sin dolor, sin hambre, sin sed y el frío no es lo suficientemente intenso.
“Ya llegará la luz” nos prometemos.
De pronto, se iluminan nuestros pies. Una luz algo amarilla, que al principio nos deslumbra pero que luego naturalizamos: es nuestra luz, es la luz que pensamos. Nos rodea los miembros, se esparce como agua en nuestra piel, nos toca, y aunque no la sentimos, nos invade los sentidos. Estamos impregnados de esa luz y la consideramos nuestra primera creación. Y luego de ese primer eslabón pensamos en las cosas que tocará esa luz que no son nosotros: ahora buscamos la forma de nuestro universo posible.
La encontramos: un punto a lo lejos del cual se desprenden tres líneas simétricamente, en ángulos de ciento veinte grados. Las tres siguen su camino, inclinadas hacia nosotros en un ángulo convexo y de los vértices que eran su objetivo se desprenden otras tres líneas, una de cada uno, y se unen formando un inmenso triángulo que está situado detrás de nuestra posición. Si la imagen no es errónea, descubriremos un gran tetraedro en cuyo centro estamos situados. Las caras son espejos. Enormes espejos, iluminados por nuestra luz. Ya somos padres y madres de nuestro universo, y lo amamos como nuestro pequeño hijo.

Aun así, nuestra criatura parece ser mucha más antigua que nuestra primeriza nada: estos espejos nos muestran un infinito que no nos pertenece. Nuestra luz rebota y se alarga, se dobla y ocupa los lugares más recónditos de las imágenes más lejanas que nos devuelven los inmensos espejos. Y en todos lugares estamos nosotros. Y aun así, en el espacio sideral, no nos vemos.






































*Emi

sábado, 25 de enero de 2014

Empiezo por el comienzo
















































-que en realidad esto ya empezó hace mucho, como 19 años y casi tres meses, no importa-.

Estás sentado en un balcón con vista a las sierras. Vista panorámica. El cielo parece la hendija de una persiana, nube arriba,  montaña abajo. Un solo hilo de sol alcanza para cubrir todo el paisaje. Pintarlo de amarillo: un río amarillo, una llovizna amarilla, árboles amarillos, gente amarilla. No te miento.

Desde que tu compañero Borges te advirtió que a la realidad le gustan las simetrías y los anacronismos, y desde que eso se cumplió con inexorable exactitud, pensás más en silencio cada acción: tomás agua en silencio, tocás la guitarra en silencio, cantás en silencio. ¿Entendés? Silencio de adentro. Y te alejás para encontrarte. Te vas, no sin una advertencia de ausencia, para volver y amar con más fuerza. Y eso es porque llenaste con agua la jarra y en vez de ponerla en la heladera, la servís. Está media caliente, sí, pero es lo más sincero -además, el hielo sobra si después viene tormenta-.

Lo que pensás en el balcón es lo siguiente:













































*Emi